En un cazo calentamos la leche con el azúcar. Previamente hemos reservado un poco de leche fría para disolver la harina de maíz. Cuando comienze a hervir apartamos del fuego y añadimos el chocolate troceado. Removemos hasta que esté bien disuelto.
Echamos al cazo la leche con la harina disuelta y volvemos a poner al fuego hasta que espese ligeramente sin parar de remover. Apartamos y dejamos templar removiendo de vez en cuando para que no se forme una capa superficial más densa.
Rellenamos los moldes, insertamos los palos y metemos al congelador 24 horas. Tras este tiempo desmoldamos y a comer.