Hoy me ha despertado la tormenta. Parece que el tiempo no atiende a razones en estos últmos meses. Se ha radicalizado. Durante la primavera, tuvimos en Córdoba más lluvia de lo normal, y desde que empezó el verano, vivimos en una ola de calor permanente que mantiene el termómetro por encima de los 40ºC. Y a la cuestión meteorológica, se le añade otra cuestión más trascendental aún, la dichosa enfermedad que no pienso nombrar.
Comenzaré por decir que AFORTUNADAMENTE no nos ha tocado la desgracia de cerca, y que aunque el miedo se ha instaurado en nuestras vidas, esta nueva normalidad está resultando muy poco normal. Supongo que un buen psicólogo sería capaz de describir muy bien todas las cosas que nos has pasado por la cabeza en estos meses. La irracionalidad del encierro nos ha trastornado hasta el punto de que ir tirar la basura sea todo un acontecimiento. La necesidad de estar permanentemente ocupados en mil y una tareas, más o menos absurdas, que en mi caso iban unidas al teletrabajo, y que hacía que al final del día estuviera totalmente agotada. O la absoluta dedicación y empecinamiento de que nuestros hijos estuvieran todo el día entretenidos sin aburrirse ni un solo segundo. ¡Por favor, todos nos hemos aburrido de pequeños! ¡El aburrimiento fomenta la creatividad!
Pero la memoria en el ser humano es muy traicionera. Nuestro cerebro nos protege haciendo que nos olvidemos pronto de lo que nos daña y nos impulsa a volver a aquello que nos hacía felices, sin medir las consecuencias que nos pueda acarrear. Como iba diciendo, hoy me ha despertado la tormenta para recordarme que todo tiene su fin. Que esta maldita ola de calor se acabará, que el teletrabajo ya no será necesario, que las mascarillas y el gel hidroalcohólico dejarán de formar parte de nuestras vidas, que no tendré que seguir preocupada porque mis padres salgan a la calle, y en definitiva, que la mala memoria que tengo hará que me olvide de esta terrible pesadilla.
Todo empezó un jueves allá por marzo, cuando nos comunicaron que a partir del lunes siguiente nos quedábamos en casa teletrabajando. La incertidumbre se instaló en todos nosotros. Y en mi caso, esta incertidumbre llevaba a las espaldas la de los 160 alumnos que he tenido este año y la de sus correspondientes padres. Nos ha tocado lidiar con lo desconocido, aprender a todos de todos y nos a obligado a descubrir una nueva forma de enseñar, que si bien, no es perfecta, ha conseguido salvar más o menos el curso. Lo más curioso, es que esta experiencia me ha hecho crecer en mi profesión y este aprendizaje que he adquirido, me acompañará siempre. No sé como empezará y se desarrollará el próximo curso, pero lo que si tengo claro es que a la lista de cuestiones que hacen que mis alumnos abandonen la desidia y escuchen con verdadero interés (el origen del Universo, la evolución del ser humano, el aparato reproductor masculino y femenino, ….jejeje, ese no falla!!), se ha unido uno más para quedarse.
La otra gran cuestión positiva del encierro y del post-encierro, ha sido la necesidad de terminar cosas pendientes, de dedicarme a mis múltiples hobbies y de poner mi casa a punto. Dejo aquí un curioso listado:
- Armarios, como todo el mundo.
- Limpieza general de la casa, que en mi caso ha incluido fregar paredes, arreglar desperfectos y repasar la pintura de toda la casa.
- Pintar el patio.
- Instalar una barandilla en la escalera.
- Hecer deporte, que duró una semana porque me lesioné la rodilla (obvio que necesitaba la barandilla).
- Arreglar la cisterna de un baño, que se había roto justo cuando nos confinaron y pasamos con ella así hasta que pudimos salir por primera vez fuera del municipio para comprar el repuesto. Nunca he deseado tanto ir a una tienda de fontanería o a una ferretería!!
- Hacer e instalar un estor a partir de una vieja cortina.
- Terminar de pintar un cuadro y un cojín bordado que empecé hace 12 años.
- Hacer una bolsa de STAR WARS para los juguetes de mi hijo y otra para guardar el pan.
- Decorar unos cuadros con la técnica del Collage, que no hacía desde mis clases de dibujo artístico en el instituto.
- Reorganizar mi despensa y los muebles de cocina para que todo sea más práctico.
- LEER, leer y leer. Llevo 4 libros: Reina roja, Loba negra, El jardín de las mujeres Verelli, Candela y La madre de Frankenstein. Y no descarto leer alguno más en este mes.
- Y por supuesto, cocinar a tope. Recetas más o menos complejas, que han hecho muy felices a los míos. Ya no voy a poder volver a las clásicas lentejas.
Se me olvidan cosas, estoy segura de ello. Creo que mi mala memoria está empezando a dar sus frutos.Y por eso este blog me ayudará a recordar todo esto cuando la vida nos arrastre de nuevo a la rutina que tanto deseamos. Yo quiero olvidar, pero no del todo.
Parece que la tormenta ha pasado. Mi hijo baja por la escalera, es hora de desayunar. Comienza un nuevo día, un lienzo en blanco. Ahora más que nunca sed muy felices. Bs